Cristales rotos
por donde pasa el alma
y busca a Dios.
Dios y el Amor,
unidos en las letras
y el corazón.
Yo te he buscado,
de siempre, en lejanía,
y estabas cerca.
Ibas conmigo,
tu mano entre mis manos,
por los caminos.
Tú me animabas,
haciendo que mis pasos
fueran ligeros.
Si me cansaba,
hacías un descanso,
y me esperabas.
Y aquellos ratos
de dudas y lamentos
tú consolabas.
Tenías siempre,
la fuerza en la mirada
para adorarte.
Y, sin embargo,
yo, lejos te buscaba,
sin darme cuenta.
Porque tú estabas,
presente en mi costado
y en mis latidos.
Eras mi espejo
y nada me pedías,
si acaso amor.
Hoy, que te has ido,
añoro ese reflejo
que se rompió.
Rafael Sánchez Ortega ©
03/03/25