*Perduro
para que el mirar
no sea solo un recreo
del viento,
una espina inventándose la brisa
en la raíz del trino
que enciende las madrugadas
de vecindades invisibles
cuando el silencio
es una bruma incandescente
que me enseña a ver
el osario de la luna llena
navegando diluvios
como los sueños de un pez de coral
cuya simiente melancólica sana
en el éxtasis invernal de las ramas
o en unos ojos de color burbuja
que esperan alcanzar
la tierra firme del vigía
justo antes de desaparecer
en vilo
con el alma en el alma
de una ondina.*