El crepúsculo en llamas y las calles se tiñen de rojos vivos. La tarde cae y se despiertan los seres nocturnos: Las caricias furtivas, las luces de los escaparates, los misterios de la noche. Los arreboles vuelan por un cielo que se oscurece en pos de estrellas fugaces. Y la luna, anda buscando su sitio para ver el espectáculo. Los pies buscan seguir un camino dado. Anochece en el pueblo serrano y la luz se filtra por las callejuelas iluminando la vida.
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Rojo crepúsculo.
Vívidos arreboles.
Barcense invierno.
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Imagen de mi amiga María García, Bibliotecaria de El Braco de Ávila (mi pueblo natal)