En mi Pueblo, el sexo no interroga la costumbre sobre lápidas grabada. Las mujeres caminan presurosas, apenas florecen bajo las enaguas; caminan sus caderas lacias con un sueño encendido y su rebozo de manta. Por veredas y calles polvosas, van sembrando nostalgia, van sembrando los hijos silencios, los que por hambre escapan.
Las mujeres caminan sonrientes, con tristeza en las entrañas. Sobre humedad caminan, con sus cubetas de masa; presurosas entre eucaliptos, mezquites y jacarandas. Sobre el arbusto brumoso, se mecen lento sus enaguas.
Junto al fogón atizan la lumbre, sonríen ruidosa su triste nostalgia; pues en el fondo de su cubeta, al terminarse la masa, no encuentran sus sueños, ni sus hijos, ni esperanza.
¡Qué bueno! El lenguaje, la rima, el mensaje… Un texto maravilloso, para leerlo en voz alta. Felicidades, Anabel.
Un poema interesante secilla, que plantea un pasaje de la vida. Como un espejo donde la vida se mira.
Un cordial saludo
Gracias a ti David por leerme. Un abrazo.
Una prosa muy bella, muy descriptiva, llegando al detalle para pintar esa desesperanza cuando se esfuman los sueños, poeta!!! Saludos!!!
Gracias. La Vida de millares de mujeres es muy complicada, las costumbres se heredan por generaciones y las repetimos sin analizar; arranca los sueños o incluso la posibilidad de soñar. Si evitamos temas como este por ser dolorosos o sensibles, el cambio tardará más en llegar.
Me ha gustado mucho! Esa es la vida de muchas mujeres de todos los continentes… Viven para otras vidas, pero no las suyas propias.
Saludos, compañera!
Mujeres que caminan presurosas. Muy bella prosa. Saludos.
Tristemente es verdad. Por esa razón, cuando veo mujeres con talento y libertad, que persiguen sus sueños, como Usted, me inspiro y recobró la esperanza de un futuro mejor. Tenemos poder en la palabra.
Gracias Rafa, saludos.
Es preciosa tu prosa compañera.
Un abrazo.