Escucho al silencio murmurarme palabras de aliento
Veo los ladrillos moverse, las paredes retorcerse
El cielo de vez en cuando se torna de verde
Las nubes se vuelven conejitos brincando los valles
Afuera se oyen gritos, el bosque grita a mí oído
Las sombras se mueven rodeando mi cuerpo
El aire se escapa de mi espíritu
Si tan solo pudiera huir de mis adentros
No habría entonces más tormentos
Anoche conte cada hebra de mi pelo
Una, dos y tres, mil setecientas
Yacían en mis manos cada una
Arrancarlas no dolía en lo absoluto
Duele más llorar y que no haya nadie
para limpiar las lágrimas
Ayer rasgue mi ropa
Mi piel que no son más que harapos
cubriendo lo que ya no tiene valor alguno
Mi padre se ha olvidado de mi rostro
Mi madre ya no recuerda mí mirada
Pero yo aún los recuerdo de vez en
cuando, cuando el sol ilumina mi
horizonte
Hoy desperté bailando
Bailaba descalza pisando los charcos de
polvo, una canción de cuna se repetía en mi
cabeza, yo baile hasta desmayarme
Mi hermano ya no juega más conmigo
Yo aún lo espero para jugar de nuevo
¿Habra alguien esperándome allá afuera?
He hablado con las voces
Dicen que nadie me ama en este mundo
Pero yo solo quiero correr bajo la lluvia
Los de afuera me llaman “loca”
Pero ellos me dicen que toda la gente ha
perdido la cordura
¿Cómo vivirán la gente que conocí
algún día?
No lo sé… Hace mucho que no veo
más allá de estas paredes
Si tan solo se abriera la puerta…
Yo…
Solo correría tras la lluvia.
Ella me está esperando pronto
tengo hambre pero cantaremos
juntas.