Volaré hasta tu espalda.
Allí comenzaré a tejer una libélula.
Rozaré los márgenes de tu pudor.
Echaré una copa de golondrinas
y me confesaré dentro de tus aguas…
El sonido de un sismo gira y trepa
hasta el epicentro de tu ombligo de lluvia.
Responderé al fuego de tu orquídea,
al anverso de tu desnuda forma de viento y serpentinas.
Mirame, ya estoy allí…
Solo contigo mi sangre bate el
manuscrito de sus sombras
como un tambor de aves, hasta
derramar mi piel entera
a tu corazón desnudo.
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