Contigo aprendí a perderle el miedo a las palabras
perdí hasta mi dignidad
y el miedo al ridículo.
Quería hacer las cosas para que tú las vieras
para sentirme orgulloso de tu orgullo en mí.
Te levantabas el vestido y quedabas pálida como una piedra lisa
desnuda como la nata en la cara interna de los muslos
perfecta como el mármol joven en la faz de la aurora.
Tienes lo abultado de una almendra entre las piernas
te crece allí la fronda de un árbol negro en la colina de Citera
allí, donde su Hisarlik se hace troyano iliónico
amalgamándose en hierro y sangre contra el férreo empeño de los godos teucros.
Contigo aprendí a dejar de ser yo
para desear ser tú luego
a desflorar la membrana
y a hundirme en tu cálida torricidad
a deshacerme como un terrón de leche espesa
diluyéndome en tu ácida entraña de mujer.
Contigo —en tu vacío de apretos— aprendí de nuevo a ser hombre.-
Chane García.
@ChaneGarcia.
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