Flojas la riendas del brioso corcel,
las nobles encías descansan del freno.
Truena el camino sintiendo el tropel,
macizos los cascos, levantan el cieno.
Sangre se extiende cual manto en la brisa,
de nuevo los gritos y muerte fatal;
sable empapado y horrible la risa…
sacude su mente mi buen general.
Tierno el hocico, resiente el rigor,
y ordena a los cascos calmar la carrera…
abren las puertas cual flor al amor.
La fiel comitiva saluda sincera.
Calmo el budista, Zazen practicaba,
mas justa resulta la real petición:
fue su mecenas que al golpe llamaba,
temiendo el colapso de un mal corazón:
Cruenta contienda, tragedia feroz…
infierno vivido: ¡de sangre los mares!
Rota la alianza, codicia es atroz:
rodaron cabezas en más que millares…
Rey victorioso, de noche acosado,
no encuentra la calma después de vencer.
Paz se le niega, le agobia el pasado:
fantasmas carcomen entero su ser.
Busca el guerrero regir el obrar,
él sabe que el templo ¡trasciende accesorio!
Quiere en la tierra por fin instaurar,
un reino que barra castillo ilusorio.
¡Anda guerrero, comparte el secreto!,
que alumbre tu antorcha mi gran callejón.
¡Mieles anhelo, beber del cimento!:
divina la fuente que rija mi acción.
Septiembre 21 de 2020
Versos endecasílabos y dodecasílabos
(Basado en un fragmento de la película: Zen (2009) dirigida por Banmei Takahashi)