Condenada supervivencia
Huele los huesos anacarados
de padres, hijos, nietos…
fetidez de ausencia,
aurora transida de noche,
soledad,
incoherencia…
no pertenencia.
Elixir maldito,
pócima farsante
bebió cumpliendo deseos
humanos, ilusorios,
sueños embaucados,
ser inmortal
dicha del pensamiento,
cruel inmolación,
cadáver falto de sustento.
¿Qué dios alucinado,
ciego, obturado,
penaliza al humano
a traspasar horizontes
de vida
fulminando sus resortes?
¡Atlas condenado
a vivir
todos los mundos
que ha cargado!
Eternas batallas lidiaría,
sucesión interminable
de amores caducos
lloraría,
lugares inhóspitos,
mares de desafecto,
moraría…
Falible y mortal
deidad
de su pena
se burló,
astuta su pérfida argucia,
escarmiento
a la nívea inocencia…
Danza macabra de dioses,
estertores de muerte
sonriéndole en su suerte…
dura sangre, dura,
impasibles entrañas…
no siente.
Empedrado corazón
avanza
hastiado de vida
suplicando
esperando la no esperanza,
nadie asumirá el pavor
no evacuarán la fétida compasión,
la asistencia en su desvelo
hallar al fin
un desesperado anhelo,
paz yerta,
túmulo desasido
esa puerta
que no abrió
embriagado
de presencia.
Checha, 22 de enero de 2021
Imagen: Alexis Fuentes Ortiz