Con la reputación que me había labrado

Hacía tiempo que no estaba
en el limbo, por así decir:
las costuras de mi mundo
y la informe realidad
reventadas por dentro,
una auténtica implosión.

Y ya ves, así en los huesos,
como dios nos trajo al mundo,
con las cortinas de los ojos
empañadas y sin fe,
nada es gratis para nadie;
al dar la vuelta a la esquina
me he topado con un tótem
y me he puesto a rezar.

Algunos dirán
que me he vuelto loco
y que vaya desperdicio,
con la reputación que me había labrado.

Pero a mí no me importa,
la ocasión lo merece…
En la colina moteada
por manchas blancas e imprecisas,
con las chicharras silbando
como si tal cosa no fuera
excepcional en sí misma,

la tarde transcurre
parsimoniosa y me tensa
como en un arco, enhebrado
al cordel del tiempo, consciente
de su vibración prematuramente audible
y de su verdad, que es siempre austera.

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Un canal de identificación con lo místico, más que búsqueda es un encuentro con la propia autenticidad del poeta; paralelamente hay una oposición al caos artificial que es posible, tenga algun reflejo en el “Ocaso de los idolos” ¹ en la representación de la idea del concepto supremo como percepción del mundo sensible. En todo caso para mi es un poema muy bien logrado, que capta la atención y expande el pensamiento post su lectura. —Aplausos.

¹ Friederich Nietzsche