“Señora de ojos vendados,
con la espada y la balanza
a los justos humillados
no les robes la esperanza.
Dales la razón y llora
porque ya es hora”.
María Elena Walsh
Porque ya es hora de la equidad
de cortar el vértigo insondable de la injusticia,
de escuchar las voces que braman
desde sus refugios forzosos.
En la frialdad de la lejanía
con la venda en los ojos,
evitamos la realidad doliente
que encoje los corazones y los aniquila.
Después del largo aprendizaje
desoímos las señales
y los dementes oligarcas asesinan sin temor,
poblando de víctimas sus horas
en una cruenta y absurda guerra
como divertimento del tedio
de su inane y miserable vida,
psicópatas de manual con poder,
la especie más detestable y aterradora
que amenaza con condenar la tierra.
La amarga plegaria de los enlutados
a un dios de ignominia que deja
las mortajas a las madres desesperadas
y a sus adorados hijos protectores,
el frente de batalla por la justicia.
Los demás sostenemos los crespones negros
y la indignación y la impotencia y la pena…
porque exhaustos, después de mil combates,
después de mil heroicas desdichas,
nada queda en el hombre con el corazón asediado
más que la sed de venganza
y una tierra de miseria sin esperanza.