De niño quería ser como mi padre,
pero mi padre desapareció detrás de la neblina.
Las tardes en el billar
me devolvieron sus verdades,
la máquina tragamonedas era un villano mitológico,
leer las cartas es un oficio que muchas veces no se aprende.
De niño quería ser como mi padre,
reparar el fregadero, eliminar del techo las goteras,
cortar el césped los domingos, llevar pan a la mesa
tapar el sol con un dedo
y sonreír detrás de sus bigotes.
Después tuve otros padres,
pero ninguno como el primero,
que un día desapareció en la puerta de la escuela,
hundido en una botella sin fondo.
Combatimos siempre en la batalla del héroe equivocado,
hoy descubro que no podré ser como mi padre,
porque nunca tuve uno.