Como dos palomas blancas
que forcejean al alba,
en ardua amorosa lucha,
un pecho contra una espalda.
Un ave, al verse vencida
en tan singular batalla,
se entrega en total ofrenda,
rindiendo al aire las alas.
Al fin tu cuerpo y mi cuerpo,
duermen entre hojas quebradas.
Dejando escudos y lanzas,
ambos guerreros descansan.