Cómo me gustaria comerme tu olvido.
Y escarbar en tus recuerdos hasta ver si hay alguien que se parezca a mí.
Tú tienes el poder infinito de convertirte en agua,
pero aún no sabes ser de sol.
Te presto mi pincel para dibujar azul, mis miedos y mis tardes de café.
Mi desvarios, mis desesperos,
todo cuanto no poseo es tuyo porque es de buen cristiano
compartir hasta los sueños.
Solo me conformo con andar por tu espalda.
No pido, ni pretendo.
No espero, ni pregunto.
Pero al amor, le agarro bien las orejas
para que escuche todo lo que tengo que decir.