Arrastro un rosario de cuentas pendientes
que arañan los surcos que siembran mis dudas,
y de estas semillas profundas y oscuras
emergen los tallos de nuevas simientes.
Desplazo los pasos como un penitente
que reza a los santos de causas perdidas,
recojo lo bueno que tiene la vida
y bebo del agua que fluye en mis fuentes.
Prefiero soñar con los pies en el suelo,
mirar al espejo con una sonrisa,
derramar el alma con cada caricia,
y al nacer el día comenzar de nuevo.