El verso en llamas
ciudad asesina
de sueños agrietados
y torpes pareceres.
La única razón
por la que seguir luchando,
el último profeta
solo quería dádivas.
Aceras donde los desarrapados
vierten sus vómitos
biliosos y ocres.
Hoy tienen hambre.
Cruzan la frontera
nuevos refugiados
en busca de poemas
honrados y victoriosos.
La esperanza se pierde
cuando su voz huye
por las escaleras…
vertiginosamente.