A cierta edad, ciertamente,
valoras que no te suelten cuando pides soledad
y también que se respete a tu individualidad.
A cierta edad de una vida valoras lo indispensable
e igual te sobran razones para tornarte irritable,
odias los celos tóxicos, la desconfianza asfixiante,
y amas en dulce silencio, recordar un bello instante…
A cierta edad igualmente viene bien el cenar solo
sin disgustos de entremeses, reproches ni protocolos.
A cierta edad agradeces que aparezcan unos ojos
que al mirarte se iluminen con destellos y sonrojos,
que te murmuren quedito, “me fascina tu locura”
sin presión, sin mil promesas, sin falsedad ni ataduras.
A cierta edad viene bien, que el sexo sea suficiente
para no decir “adiós” o, “me quedo hasta la muerte”.
A cierta edad se disfruta que te lean en voz alta,
que te canten y te inviten a bailar de madrugada.
Porque el tiempo no perdona, el súper cuerpo se acaba
la belleza te abandona, incluso, la silicona.
Solo quedan la sapiencia, abrazos y un buen café
y esos pequeños detalles que traen paz y sensatez.
A cierta edad, ciertamente,
el amor ya no se ruega, y tampoco se suplica,
y en la cama las sesiones son de cine y palomitas,
de charlas cultas, con vino más un libro de poemas,
y un trozo de chocolate, que te rompa los esquemas.
#,EPadrón