Cástor y Pólux

Dos llamas arden en el cielo,
una de carne, otra de luz.
Nacieron juntos, pero el destino
trazó con fuego su separación.

Cástor, hijo del hombre,

(Tindáreo)

corrió con pasos de sombra,
su espada, un eco mortal,
sus días contados en la arena.

Pólux, sangre del trueno,

(Zeus)

inmortal en su mirada,
invicto en la batalla,
hermano condenado a no perder.

Pero ¿de qué sirve vivir por siempre
si el otro se desmorona en el polvo?
¿Qué victoria tiene el dios
si el hombre muere sin remedio?

Pólux lloró a su mitad,
clamó al Olimpo con puños de oro.
Zeus, impasible y sabio,
partió la eternidad en dos.

Desde entonces,
se turnan el aliento y la sombra,
un día en la luz,
un día en la muerte,
bailando en los ojos de la noche,
una constelación suspendida en el cielo.

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