La morena en la alborada
se bañaba en blancas aguas.
La morena en la alborada
se quitaba sus enaguas.
Rociaba en sus cabellos
una luz grácil y dorada
y entre sus brazos al alza
se dibujaba un par de alas.
Los ruiseñores le cantaban
y entre el alba se asombraban.
Las ramas se mesían
por tal morena en claras aguas.
Mas solo ella se vestía
de pureza en la alborada.
Ranas y peces sorprendidos
entre sus piernas se paseaban.
Y al caer la noche las
luciérnagas le alumbraban.
Grillos con sus patas
melodías le entonaban.
Aquella luna de plata
le revestía sus enaguas.
Y entre la brisa del alba
al ocaso, la dicha le rociaba.
Aves, peces, ranas…
entre el agua y la alborada,
le rendían canto y culto;
a la morena la adoraban.
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!Vaya poema! En él se pinta una imagen bella y evocadora de una hermosa mujer morena en la alborada. Tus imágenes poéticas resaltan su belleza y pureza, mientras la naturaleza parece rendir homenaje a su presencia. La intensidad lírica en tus versos refuerza la descripción y la admiración que despierta.
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Muchas gracias, Alejandro, sí, es lo bonito de las casidas, se centran mucho en el paisaje y en la lírica. Que bueno que te gustó, estupendo tu día
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Casida del Ruiseñor
El ruiseñor cantaba
tan alegre en la rama
le cantaba a su amada
entre las aguas claras.
Al ruiseñor le entraban
las plegarias doradas
al tejerle guirnaldas
a su musa encarnada.
Mientras, peces y ranas;
cocuyos, grillos, plantas
entonaban en largas
notas la dicha alada.
Mas la luna de plata
en lo alto ya emanaba
alimento de mana
en luz y en llamaradas.
El ruiseñor doraba
su vida entre sus alas
esa plegaria brava
longeva y floreada.
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