Casida del Ruiseñor

El ruiseñor cantaba
tan alegre en la rama
le cantaba a su amada
entre las aguas claras.

Al ruiseñor le entraban
las plegarias doradas
al tejerle guirnaldas
a su musa encarnada.

Mientras, peces y ranas;
cocuyos, grillos, plantas
entonaban en largas
notas la dicha alada.

Mas la luna de plata
en lo alto ya emanaba
alimento de mana
en luz y en llamaradas.

El ruiseñor doraba
su vida entre sus alas
esa plegaria brava
longeva y floreada.

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