Canto X

No queda más
que contemplar
el vacío que deja mi grito
en la matriz
de este silencio mutuo
(tu silencio, mi silencio)
hueco con sapidez
a un viento vertical
y efímero
que se llena
-desbordante-
con un hervor
de murmullos translucidos,
un desplome de cristales tenues,
ingrávidos,
(¿retazos prófugos de un suspiro clandestino?)
sobre la intimidad
de un instante concreto.
Pero el momento pasa,
fenece en la orfandad
de nuestras manos,
en el helor de las pupilas
y el vacío
vuelve a extenderse
-duro, inclemente-
y trazamos
un destino vertical
donde no hay espacio
para un último grito
pues todo reboza
de vacío
vacío
vacío

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