Inerme y muda, contempla
entre las dalias dormidas,
cómo se aleja el sendero
con un suspiro de plata.
La soledad se lamenta
y hace presencia sin falta;
el búho atisba escondido
desde el fondo de la casa.
¡Ah, las horas que se acercan!
Clama a Dios pronto regreso
mientras los abetos miran
dando sombra a los caminos
con un dolor en el alma.
Se siente incienso sagrado
en los rincones dormidos
que se llenan de silencios
entre violines y llanto.