Canterano

Te mire, en una pregunta insípida,
Adiós luz, y adiós a esas copas vacías,
¿Será sedición o tráfago?
Lo testarudo de tu nombre –
Acaso escarceos invisibles,
Y menguar en las fotos,
Soñolienta ausencia de pactos…

Ya no me es útil el codiciarte,
Y no obstante, sigo ignorante,
Serán recuerdos u obviedades divinas,
Algo como una nube que ni supongo,
Que lleves el vestido que tanto me gusta
Para tirarlo en el suelo,
Porqué sos un corazón con sed y latiendo,
Más allá del maniquí, de la piel, de los huesos…

Me toca ser huésped y barco,
De una lejana y polvorienta repercusión,
El señor del mantenimiento
Para la escarcha de secas patologías-
¡De verdad desearía!
Corregir ese diluvio de tu dolor,
La llaga y el adefesio,
En cada grieta y en cada aurora,
En ese molde no concebible,
De taumaturgia y de tiniebla…
¿Qué sabrás vos del rocío?
¿Dejaríamos víctima la humanidad desde el patíbulo y nuestras lágrimas?
¡Qué se yo, de nada!
Soy una indetectable criatura
Trotando en el desamparo -
¡Que pena no ser, un sinvergüenza!
Te buscaré en mí…
Ya no es que temas que te conozco,
Que nos salpique la tarde
La ligerita amenaza de mutuos báratros,
Contemplarte es lo mismo,
Que plantar tesoros sobre las sombras,
Revelar tu boca con tu misma boca,
Y el colchón dónde inicia la vida
De emperadores y sus amantes…
Y si apareces --;
Te esperaré como una fuente, como un perfumado poema,
En nuestro escondite tan desgastante,
Cómo la noche danzando en posibilidades,
Cómo un Cielo de exóticas realidades,
Tu voz en largas distancias,
Un viernes y una broma jugada,
Tan repetida, tan conveniente.

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Pausado, me he dejado llevar por sus palabras Canterano. Porque más allá del papel marché, de la imagen frente al espejo, tenemos un corazón que late. ¡Gran transporte, al leerle! Gracias por ello.

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