Canción de la sombra (versión de Las señas del marido)

—En la niebla y en la sombra…
¿dónde vas, buena mujer?
—Voy en busca de mi esposo,
alto, rubio, aragonés,
que de la guerra no viene,
y no sé si ha de volver,
¿sí viene usted de la guerra?
—Sí, señora, que así es…
—¿No habrá visto usted buen mozo,
con un paño a lo francés?
—Por las señas que me dice,
su marido muerto es,
si en la punta de su espada
lleva un paño a lo francés…
Hoy el paño es de ceniza,
y su tajo y el broquel.
—Se lo bordé cuando chica,
cuando chica lo bordé,
y otro más le estoy bordando,
y otro más le bordaré…
—Las señas del velatorio,
por mí las ha de saber:
la carita era marfil,
su boquita de clavel.
Los ojos muy tenues faros,
su coraje de temer…
que en la vida o muerte dijo,
«yo he de ver a mi mujer».
—Eso, amigo, es imposible,
eso nunca pudo ser,
porque dicen en el pueblo,
que es aquí que se hace ver…
—Yo te daré a tu marido,
para que lo veas bien…
no me temas, mujer buena,
no te asustes por mi piel,
la que dulce y blanca un día;
flor marchita del ayer.
Los brazos que te abrazaron,
a la tierra encomendé,
y esta boca que besabas
y este tierno rosicler,
la miseria y los gusanos
devoraron… no su fe.
Abre los ojos, paloma,
si me quieres conocer,
que si tu marido he sido,
tu marido vuelvo a ser…

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Excelente canción, en un contenido profundo.

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