Asombrado ante la seña
De imposibles y dorados
En caminos estampados
Que Maria nos enseña
Y con la aurora risueña
La frágil huella se pierde
Imposible que recuerde
La zenda de este camino
Si en las alturas de un pino
Maria ha guardado el verde.
Aplausos Maria hermosa tu poética siempre vibra en la memoria.
He sentido adivinar dos partes escritas por distintas personas, la parte inicial como si hubiera surgido de la pluma de Félix Rodríguez de la Fuente y la segunda parte más intima, como si la hubiera escrito Alfonsina Storni. A lo mejor estoy divagando, pero es lo que he sentido al leer tu hermoso poema.
Sabes por qué? Porque el principio era un borrador de más tiempo sin acabar y ahora le añadí los últimos y no estoy muy conforme con el resultado…parecen dos, no he tenido más tiempo para fundirlos en uno…
Muchas gracias, querida Jessica! Me alegra verte por estos lares de Poémame!
Siempre tus comentarios denotan la persona y poeta que eres…
Me alegra que hayas venido y a ver si subes algo de tus versos por aquí…
Un abrazo recíproco!
Este poema se siente como un paseo lento por un paisaje otoñal que no solo ves, sino que también respira. Lo bonito es que el paisaje no está ahí solo para describirlo, sino que refleja el caminar más ligero, sin cargar con voces ni dolores. Y el final, es como un suspiro que cierra el paseo, una confirmación de que todo está en su sitio y que es momento de dejarse llevar.