He llegado hasta donde mis pies me permitieron, caminé kilómetros sin cansarme, sobre lluvia, polvo y viento. Camine por las entrañas de una ciudad en crecimiento, fuí llegando lejos hasta estar bajo un nocturno firmamento.
Me cansé, fatigado de desvelos, pernoctando en los albores, de un espacio muy silencio.
Me fuí poniendo viejo, mi marcha disminuyendo, los huesos se estropearon, a unos pasos lo resiento.
Volando he llegado, al otro lado del océano.
Seguiré caminando, explorando otros cimientos, descubriendo nuevos páramos, entusiasta en lo que siento.
Algo bueno se encuentra siempre en el camino que transitamos, solo hay que estar atento en cada cruce, recodo, pendiente. Me gustaró tu poema, @Rober . Un abrazo perseverante.