Callos

Un poeta vi, una vez,
que pensaba en trabajar;
naves, cañas, altamar,
y la sombra de un gran pez.
Me vio al fin, con palidez,
«podrá usted —tal le decía—,
recelar del agua fría
y esconderse, de ver rayos,
sin temor de tener callos…
pues jamás calló ni un día».

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