Verde cual prado divino,
del hortelano mimada
y en el ocaso regada
de un arroyo cristalino.
Desde su cepa al cogollo
es más sana la lechuga
que la redonda pechuga
del sacrificado pollo.
Tómala bien custodiada
de cebolla fresca y tierna
no será nada moderna,
pero sí buena ensalada.
La dejas muy bien lavada
y preparas un aliño
conviene darle el cariño
en tu mano preparada.
Adobarla es poca cosa:
vinagre de buena cuna
el oro de la aceituna
y de sal más bien, bien sosa.
Luego presenta una fuente
para centrarla en la mesa
al comensal le interesa
compartirla alegremente.
Y por si alguno bosteza
quebrantando lo oportuno,
un entrecot de vacuno
les dejará de una pieza.
Y no quiero decir nada
si tienes un buen albillo,
yo me beberé el cuartillo
y dejaré la ensalada.