Conozco historias de vidas cercenadas
desde los márgenes del negro al blanco,
de flores marchitas de todos los colores
de gritos sordos sin sílabas,
de odios, necesidades y amores.
Cientos y cientos de historias
que anónimas habitan el mismo mundo,
rostros en el agua estancada de un pozo,
reflejos de violetas empapadas
en palabras llenas de despojos.
Miles de vidas para las que el sol no es seguro,
la luz es un tamiz de cuadrícula sobre los ojos,
existencia sombría y carcelaria
donde solo unas alpargatas gastadas
quedan a la vista
y unas manos vacías,
vacías de alegría, llenas de esperanza,
de sueños que solo pueden anhelar,
espíritus oprimidos sin derecho al amor
añadiendo más muertes a la muerte
y más miedo al terror.
Caminan como sombras ignoradas,
con un sudario por vestido
y en la espalda una cárcava de dolor.
Y entre los restos negros de la noche,
brillan miles de estrellas invisibles
en el fondo de una cripta oscura…
¿No escucháis sus voces?