A la memoria de mi madre
BIZNAGAS DEL SUR
(Ajazminada y brillante)
En los sedosos jazmines
de tu reinado malagueño,
lágrimas de diamante
cristalizaron mi poesía herida.
Lírica sutil semejante a la porcelana
cuando el llanto del mediodía
choca contra la hegemonía de las flores…
Acuarela del ayer resplandeciente
que empalidece cualquier fulgor primaveral,
y es que tu belleza se ha eternizado
en todas mis melancolías cotidianas…
Auroras encendidas parecen guardar
el santo secreto de tu brillo,
la ciencia majestuosa de tu gracia.
¡Oh! pero cuantos sueños han fallecido
en la realidad de tu ausencia…
A veces la lluvia violetea con mis angustias
como si el agua del paraíso bajara por tu memoria,
y es entonces cuando la melodía de tu risa
me cae a las manos como el canto de los ángeles.
Ternuras florecientes que enhebran besos
al canesú de mi angustia,
parecen querer resucitar a la niña que fui;
Aterciopelado instante
que suspende esta llovizna de penumbras
sobre una epifanía encantada…
Pero tú no estás, te invoco,
y un salmo angelical desciende
los valles del espíritu
para acariciar mis abandonos…
Te vislumbro etérea y nupcial
como las evanescencias de la luna…
Me acurruco en tu fantasía,
y es entonces cuando el perfume de tus biznagas,
más la rubrica de tu donaire
me rescata de mis soledades perennes…
Ajazminada y brillante
regresa tu aura con todo el amor que perdí.
Yolanda García Vázquez
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