Me estrellé contra tus labios
navegué infinitamente en tu saliva,
anduve a la deriva.
Náufrago hacia tus bahías,
el invierno extravió el frío de las mareas.
Desperté cantando tus canciones,
probando la fruta dulce
que calienta la mañana,
desde las esquinas de tu boca.
Y fue cuando
la roca se abrió,
desbordando el milagro,
que viaja enredado entre tus besos.