Una gota de lluvia se desprende de la nube, viene en zigzagueante vértigo movida por viento. En su trayectoria errática colisiona con otras gotas y se suma en multitudinarias corrientes aéreas.
Hace días que deambulaba por las alturas, como en un rebaño de ovejas rumiando el azul del cielo hasta que, empujada a fría depresión, a valle de bajas temperaturas, donde el aire arremolina ese embotellamiento de nubes y de cuyos choques surgen relámpagos y truenos, se descolgó en este vertiginoso descenso.
Con tanto cielo recorrido, con tanto dolor y miedo, con tanto visto desde lo alto, anhelo de mar y soledades, con tanta tristeza y terror a la sequedad de desiertos, justo esa gota viene a estamparse en tu rostro, a enredarse en tus pestañas, para hacerse inmortal. Escurre lenta en ese otro cielo de tu rostro. Me apresuro a beberla en el beso de tus labios, antes que desaparezca.
Ah la lluvia, cuántos momentos nostálgicos trae a nuestra memoria…
Una gota de lluvia se desprende de la nube, viene en zigzagueante vértigo movida por viento. En su trayectoria errática colisiona con otras gotas y se suma en multitudinarias corrientes aéreas.
Bella descripción de como la lluvia, percibida como un fenómeno integral, en realidad se compone por millones de pequeñas gotas individuales…
Esas descripciones líricas con matices científicos son de magnífica belleza, en esos dos párrafos más densos de tu prosa.
Me gusta la adrenalina de este poema.
La sensación de esa lluvia que te rodea y corre en ese rostro. En esa lluvia que llega en forma de beso… en forma de amor.