La luz del día ha decidido morir,
suicidarse sobre las montañas
Las últimas aves buscan refugio,
Y cantan desde la posibilidad de una nueva oportunidad de volar.
Tu respiración se agita,
mientras disfrutas de los nuevos colores del horizonte
De mi sentimiento transparente y viejo;
De mis manos que te dibujan en el humo de una vela azul.
El olor a tarde de lluvia me llena los pulmones,
Tú simplemente te dejas acechar por las primeras lloviznas;
Y te mueves casi desnuda, tarareando un deseo camuflado.
La luz del día se apaga, en secreto
¡Tu te enciendes!, explicita y casi sin ropa
Yo a merced del mal tiempo y de los despojos de mi tranquilidad.
La tarde y tú disfrutan de mi exceso de oscuridad y mis arrebatos;
de mi filosofía de vida, el humo de una vela azul
y algún que otro tarareo contemporáneo en tu oído.
Los naranjas y los azules se mezclan
y aparecen tus carcajadas más inconformes,
Solo necesitamos una banca, una cortina batida al viento
Mi boca en tu cuello
y la luz que se escapa tranquila en el horizonte.
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