Observo la estela de la bengala
el silencioso ascenso que lleva en su interior
el estallido.
La impulso con mis ojos,
como si de ello dependiera
mi próximo aliento.
La bengala
con su guiño de luz,
y el sobresalto que la compone.
Pienso cómo sería si no estallara
si permaneciera allí
colgando del techo de la noche
como una lámpara china.
Y en mitad de mí,
en el núcleo que me alimenta
y me devora
el latido feroz de la esperanza;
la pólvora que se enciende
y me desgarra
me proyecta al cielo
convertido en chispas de colores
y la triste algarabía que también soy.