Batalla perdida

Estuve allí,
en la orilla oeste del Volga.
Después de soportar el ataque
de la caballería pesada,
con mi caetra y mi falcata.
Aquí estoy,
esperando a que aparezca su coche,
para volver a sucumbir en la derrota,
de sus ojos félidos y abrumadores.
No hay refuerzos ni tácticas que valgan,
no podré contrarrestar su risa exaltada
ni el fragor de sus caderas.
Solo me queda aguardar clemencia,
mientras enciende un cigarro
con la colilla de otro,
sus dedos amarillos no muestran piedad
cuando acaricia mi cara.
Estará pensando en la condena
o en desaparecer como tantas veces.

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