La piel arrugada,
más cerrada la sonrisa,
el cabello más ralo.
Se veía diferente
el gesto de sus manos.
Caminé a su espalda,
seguí durante un rato sus pasos.
Dicen que la curiosidad
mató al gato,
pero, ¿saben?,
tengo siete vidas
y demasiado espacio y tiempo
deshabitados.
Le vi tras dos vidas…
Estaba distinto,
había cambiado,
pero al darse la vuelta
todo volvió a ser igual
que hace cuarenta años.
La misma mirada
que me hizo entonces
amarle tanto.
La lluvia no quiso perderse
el encuentro
y nos tendió su alfombra de agua
sobre el asfalto.
Frente a frente,
ya empapados,
él se ciñó a mi cintura
y yo enganché a su cuello
mis brazos.
Tras dos vidas
y ya rozando el ocaso
nos puso la lluvia de nuevo
a bailar en los charcos.
Ahh que bonito!!!, está hecho con suma ilusión y devoción, no se puede entender de otra forma el amor, a pesar del tiempo… sigue deslumbrando si se cruzan sus miradas, mágico, amiga!!?
Solo falta el violín, porque las notas de este bellísimo poema, bailan por si solas, envueltas en el susurro de tan delicados versos.
Me enternece la dulzura con que lo cuentas.
Muy muy bonito Wallace.
Mi sincero