La sola frontera de lo inmarcesible,
de un material más duro que el sílice,
es ahora una turba incendiaria,
yo con miedo a que inicie
ya del todo a ir de fábula.
Así todo es siempre desde que tuve yo infancia.
Un rato en las nubes me trajo aquí atrás una etapa
atrapante muy lúgubre.
La risa nerviosa, de la que otros se apropien
con suerte e impulso, a un punto hasta corroe
y se siente tosca, burra y deforme,
en un síntoma agudo de que estás ya muriéndote
sumido en tu inopia, o según quien opine
incluso inspirado por la truja del bosque,
tramando algún crimen con que estrenarte
de forma sublime, ajeno a tus límites
si existen acaso en un tal de tu casta,
el hombre inservible, pronto a subasta.
Yo traigo la oferta de ciclos sin pausa,
para que me comprendan, mucho y barato,
ya pronto a sus puertas, de contrabando.