<<Lírico>>
Azul: ¡No te conté el final! No es tan simple, tampoco tan excepcional.
Al principio, tomé un baño para sumergirme en la cama líquida de sus labios, le pregunté su edad, él le sumó un cero,
le pagué con promesas y no recibí nada a cambio: la noche no cobra por asuntos baratos y menos en este caso donde el alcohol hace del sexo placenteros garabatos.
Carmín: ¿Y siguen juntos? ¡Apenas los vi pasar de la mano! Nadie los ve como amigos, todos saben que no es tu hermano.
Cuéntame desde el principio. En tus ojos se abre un abismo cuando me hablas de aquel organismo. Sé que lo amas y él se divierte contigo, él se ensucia cuando te niega, y tú juegas limpio.
Azul: ¿Yo juego limpio? Como explicar que sus piernas son columpios, un sube y baja que mi carne se tensa y en ese vaivén resbala por su estrechez extensa.
Mis palabras sucias le seducen los sentidos,
son marcapasos para sus latidos.
Estoy enfermo de su cuerpo, y al negarlo
reafirmo lo que es cierto.
Carmín: Te veo feliz desde hace meses, te digo que si sonríes es porque lo mereces. Explícame que se siente tener un amante secreto, un amor prohibido que no sabe ser discreto, un amor señalado, el amante siempre soñado.
Descríbeme el gesto de su rostro cuando siente el orgasmo. Entre dos pecadores el celibato es sarcasmo
Azul: Siéntate en la línea de mi narración torcida y pon atención, mi confesión es la de un suicida. Tú sabes que un enamorado es un condenado entre la injusticia y el paredón.
Desde la primera noche me llenó de vida, me ayudó a sanar la antigua herida, me caló
profundo, me llevó a sus tierras y emergí fecundo. Yo solía ser frígido, estéril y llegó invasiva su lluvia de abril.
Cuando me acaricia, el cielo se despeja
y caen estrellas en la frágil teja
de mi pensamiento, luego se aceleran luces de luciérnagas en nacimiento,
y las ranas, lubricas, croan en las ciénegas.
Carmín: Qué bella aventura se cierne en tu tragedia y te carcajeas como estrella de comedia. Tú eres consciente de que el amor trae desgracia dentro de tanta gracia.
¿Y esa lágrima es de felicidad? ¡Se ha quebrado la escarcha azul de tu serenidad!
¿Dime donde le conociste? Debe ser muy especial para que estés feliz y en segundos te notes triste.
Termina de contarme la historia que escribiste sobre el hielo del deseo que se evapora por lo poco que resiste.
Azul: Le conocí en un festival de tambores, fuegos de artificio, copas rotas con olor a vino,
champaña espumosa, bañado en alquitrán divino… Me dijo su nombre artístico mientras se pintaba los labios con sangría y yo miraba con regocijo como se ajustaba el escote masculino y excitaba el tamaño de mi tímido dote.
Me dijo con seguridad: me interesa la propuesta, tú cocinas y yo pongo la mesa;
¡Te firmo con sangre mi respuesta!
Así lo hizo, mancho de grana la promesa.
La escarlata líquida de su lujuria es costosa,
en ese océano rojo cualquier musa retoza.
La infidelidad nada de forma silenciosa
y yo estuve nadando en su farsa sustanciosa.
Carmín: ¿Esperabas lealtad de alguien que se baña en coñac y baila en el altar de la promiscuidad? ¡Te falta edad!
Ingenuo Rey azul, solo te falta un charco, y saltar.
Azul: y cantar que se fue profiriendo su desprecio con una sobredosis de ternura en la mirada. Ayer se suicidó el último suspiro, le dio un trago a la amargura, y por fin tocó la retirada.
Jorge Martínez C.
Autor.
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