Daña más a los ricos la avaricia
que la precariedad del enemigo,
cuando incluso por falta de pericia
las crónicas confirman lo que digo.
Que mata esa ansiedad no cabe duda
si tanta leña el corazón no aguanta,
porque la mala vida le sacuda
y sin dormir a diario se levanta.
Si nada al otro mundo nadie lleva
sentido alguno tiene el amargarse
la existencia, enterrado en su dinero,
que feliz puede ser quien en su cueva
también pueda em menor medida, armarse
de valor siendo todo un caballero.