No lo tengo, pero tampoco lo comparto,
su sonrisa no es pieza de ningún reparto.
Sus ojos son gemas de exótica valía,
sus labios deben ser semillas de ambrosía
que con el beso húmedo, cual césped se amplía,
y llueve avaricia que obscena lo rocía,
mi astuta avaricia creciente como el fuego
que me está consumiendo y no tendrá sosiego
hasta que atesore en los muros de mi cuarto
las opulencias de su fina jerarquía,
aunque fin no tenga mi vil desasosiego.
“Sus ojos son gemas de exótica valía,
sus labios deben ser semillas de ambrosía
que con el beso húmedo, cual césped se amplía,
y llueve avaricia que obscena lo rocía,…”