Me pueden condenar por desconfiado
según los reglamentos culturales,
que burlando los códigos morales
a cualquiera le acusan de tarado.
Que resultar pudiera condenado
según los mandamientos terrenales,
si a mi entender funcionan como tales
siguiendo patrocinios del Estado.
Y es que razones hoy de sobra tengo
para no fiarme de ningún profeta
que al mundo ofrezca sin parar sus mieles,
pues del infierno tenebroso vengo
donde haciendo valer cualquier receta
perder se pueden todos los papeles.