Tanto deseo nuestro reencuentro,
sombra de mis besos,
que la ola de la eternidad
te traiga de regreso.
¿Cómo pongo color a la vida,
si ya ni en mi música te encuentro?
Ya no hay azul cobalto,
últimamente me visto de negro.
Presiento que me anhelas,
como yo te anhelo,
y odias al tiempo,
tiempo perdido.
Miro con curiosidad cada sombra
y en cada eco escuchar tu voz quiero.
En cada puente veo un atajo,
en cada sol, un día muerto.
Luces silenciosas me hablan:
“¿Por qué te espero?”
Y les pregunto: “¿Por qué no hacerlo?”
Mi alma,la reservo, así como tantas palabras.
Tan vivas como muertas,
solo enfatizan que no te tengo,
que en las olas escucho tus gritos secos
y estoy paralizada sin corresponder tu eco,
esperando.
Sé que también me esperas,
y te reconoceré, alma tuya como mía.
Renaciendo en esta nueva vida.
En tus ojos veré mi alma,
y en tu alma ya he dejado mis ojos.
En tus labios han quedado rosas
de mi jardín náufrago.
Así como cayó tu última palabra,
cae este invierno.
Busco cobijo, calma,
abiertos mis ojos;
sin ver, te siento.
Aunque sea esta mi última llamada,
o quizás mi último deseo:
encontrarte.
Fuego en invernadero,
mi amor eterno.