<<Lírico>>
¡No pasa nada! El pez aún nada,
nada, en los charcos del agua
de lluvia y aborda en mi piragua.
Le gusta viajar por mi ruta condenada.
Es un pez que se besa con la luna.
Sube con la marea y descansa en la arena,
me espera oculto en la húmeda duna
y hace ritos para no agitar la playa serena.
Pasan las horas y los segundos gotean,
mi emoción se inunda y los astros voltean,
me acompañan iluminando en camino
mientras me cubre el rocío diamantino.
Mira, has iluminado mi oscuridad,
pez con ojos de profunda inmensidad.
Mi mano es anzuelo y mi pluma es carnada,
arrojo versos al mar, con el alma enamorada.
Así converge nuestra fantástica leyenda,
la voz mágica de alguna sirena canta
la tragedia, y algún navío se pierde en la senda.
Tu mirada es el abismo que al marino encanta.
Mi mar de asfalto te ofreció refugios
y nadaste entre escombro y modernismo.
Yo te alimenté con intereses sucios
y comiste del deseo que despierta tu cinismo.
¿Qué es lo que pasa? ¡No existes!
Pero te probé en la mesa de los Dioses,
te devoró mi buen gusto, entre ridículas poses.
Mi gula en regocijo dejó caer ángeles tristes.
Nada sin detenerte, pez exótico,
la temporada de pesca terminó,
me dejaste el ambiente tóxico
de tu aliento brumoso, y me exterminó.
La ciudad enferma fortalece mi inspiración,
por momentos regresas de tu dimensión
y lleno para ti, la pecera vacía de mi corazón,
te dejo navegar libre, entre felicidad y desazón.
Pasaste con la gracia del delfín
por los acuarios de mi cordura
y tu alegría se volvió mi armadura
en una tristeza que se anunciaba sin fin.
Le sonreía al verano, agitado y nocturno,
tú volvías a la orilla, embriagado de lunas,
y te tomé con la ambición del último turno,
para hacerte el amor bajo un mar de aceitunas.
Jorge Martínez C.
Autor.
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