Pasa el tiempo y más te extraño…
¿He de mentirle al silencio del murmullo que te nombra y me hace daño? ¡Si supieras lo que daría por tan sólo una gota de tu abrazo y volver a platicar de canciones y anécdotas!
¿A quién he de dirigir mi enojo el haberte arrancado en un instante? Como brasa ardiente rociada por el inoportuno aguacero te fuiste apagando y como hoja que arranca el vendaval volaste alto.
Sabes, aún queda el trago amargo y la impotencia de no poder retenerte. Respiro para vivir y exhalo para estar junto a vos. Cada tanto dibujo una mueca y me obligo a estar erguido ¡porque, así es esto! hay que continuar…
Me pregunto ¿dónde estás? aunque te siento y veo en todos lados;
En el canto de los pájaros, en la brisa de la mañana y al asomarse el alba, en cada ornamento y obrar de tus manos, en el crudo invierno que sabe más frío si no están tus leños, en esa silla que yace vacía y en aquel mate que tomabas cada mañana. En el resonar de tu voz en mis oídos con un sabio consejo, en la tristeza que me invade el alma.
Estás en esas canciones que tanto te gustaban y en la guitarra que guarda tus acordes con la vaga ilusión de que vuelvas. Estás en el legado de poesías que escribiste y en el nudo que enmudece mi garganta al no poder siquiera pronunciarlas.
Estás en mis lágrimas que vienen solas sin preguntar y en el disimulo de mostrarme fuerte. Estás en la voz de tus vástagos que al asomarse el día y al caer la noche te reclaman. Estás en el arte en las caricias y el amor. Estás aquí, bien adentro, en cada latido de mi corazón que acelera el pulso y me lleva al seno de tu presencia. Estás en mi sangre, ayudándome a recorrer el camino, en mis poemas y en los mejores recuerdos, ahí estás.
Aún la casa huele a ti, aunque, todo resulta tan extraño…
hasta tus flores se marchitaron por la ausencia de tus manos y por los rincones lloran tus amores. Fuiste y serás de esos héroes que dejan huellas indelebles, de los de verdad, de los que siguen un ideal aunque parezca una utopía. De los “piel curtida”, que aún en turbulencias destilan amor y la buena moral.
Padre querido, te amo con amor eterno y algún día cuando volvamos a vernos, nos daremos un abrazo tan grande que aún las potencias de los cielos serán conmovidas por la grandeza de nuestro amor ¡Espérame! Aún quedan historias por escribir y por ende simplemente te digo un; Hasta luego papá.