Brillando el alba,
se obscurecen mis ojos.
Sinsontes mensajeros
llegan de la jungla urbana
con los ojos ardientes,
se posan en mis oídos
para cantarle a mis tímpanos:
nubes se acumulan,
rayos caen de las tormentas,
tornados de cenizas
ahogan mi pecho;
anuncian el portón,
frío e ineluctable,
de un día doliente.