…
Quiero escribir de los arcos
y de tus orejas; de tus pies desnudos
y de los gritos;
del sonido de tu voz llamando mi nombre
y de la pausa de tu boca al pasar
sobre la mía.
Dos hojas de trigo
se trizan en constantes alucinaciones
y la mayoría de veces
me acompañan tus manos
a verme desnudo.
Sucede que alabo todo lo que crece
y divido mi alma en dos
surcando levemente la ola de tu espalda
mientras bajamos las líneas del sol
por los cantos australes;
tu hermosura se sigue mirando desde
los rincones de la sombra,
como oro quemado la silueta
que se rompe y se adorna.
Me animo a perderme en tus manos de uvas
de corceles, de agujas hilvanando solas
desde el sur al norte
donde arde una y otra vez mi saliva
donde tu simetría de fuego florido
se yergue como fruta
partida por el tiempo
y se eleva donde nace el deseo:
en la mitad de mi cuerpo y de la tierra.