Ataque Introspectivo

Por alguna extraña razón la coraza de la fortaleza se desbloquea y entra de lleno el caballo de Troya de la tristeza. Hoy sucede así. Avatares del trabajo, ausencias y un poco de recuerdos, son fragor de tormenta en la garganta. La llovizna pertinaz, la mañana templada y la soledad calando hasta los huesos. El recuento de unos cuantos besos, dos o tres miradas y contados apretones de manos, es el saldo de unos cuantos años. ¿Por qué tuvo que ser así? Realmente no es una pregunta que acongoje; ¿Que será de mí? Es tan impredecible como los millones de eventos que encierra el minuto siguiente en este ajedrez de la vida, tan solo en el campo de mi interacción.

Amanecer con una música entreverada en los pensamientos, con un ritmo entre los dedos, con un caminar más pausado de lo normal (por supuesto, no es neurosis de angustia, que bien la conozco). Salieron al paso temprano, amigos de antaño, pláticas viejas, noticias de decesos entrañables. El sol, al levantarse, se descobija las nubes entre bostezos de garzas y la cabellera desordenada entre las palmeras. Imaginé que a esa hora los cangrejos andarían saliendo de sus hoyos en la playa, saboreando la arena salada y aventándola con las patas hacia afuera. La vida levantándose a olfatear la tierra, alimentándose de luz, oteando los cuatro puntos cardinales.

Mientras esperaba el transporte, un pájaro sin cola caminó curioso alrededor, sin temor, con su andar patizambo y el movimiento egipcio de su pico. Quería decir algo, compadecerme, quizá, no le era extraña mi presencia porque en ese momento estaba vacío de la parte humana, era un árbol o piedra más de su hábitat.

A veces brinca el corazón demasiado raro, como inquieto, como ansioso, esperando algo o alguien. Qué será. A veces exige su independencia de la razón, la sangre no le basta. De repente claudican las ideas, se marchitan como árboles sin lluvia, se tiran al suelo, juncos abatidos por el viento. De repente se comprenden mejor todas las cosas sin ideas, entrando y sintiéndose la cosa misma. Al regresar, se trae un conocimiento nuevo, un sentimiento fresco.

Hay días en que suelto el cuerpo, desato el pensamiento, como cachorro a retozar en el campo y el resultado es esta melancolía. Es un deambular con unas ganas tremendas de llorar o reír, sin motivo aparente. Es querer devorar toda la alegría, es una desesperación, una añoranza por recorrer de un solo golpe todos los rincones, las antiguas sensaciones. Es un deseo de renovación, un llamado poderoso de todos lados, un intento de desfragmentar cuerpo y mente, de retorno a los elementos.

A veces el día ratifica en la vida. A veces ratifica en la nostalgia. Otras veces ignora por completo. Hoy se ocupó de mí desde temprano. Me arrebató de mí mismo y parece que dijo: “Tú me perteneces” y empalmó uno tras otro los acontecimientos. Entre el oleaje de las horas, en vaivén, somos resaca en el mar. Emocional y racionalmente, claro. Porque soy un individuo que se golpea entre su casa y el trabajo, como un pistón de la industria. El yo físico no puede evadir su responsabilidad y función social.

Que caray, esto es lo que soy y lo que en un tiempo detesté ser, delirante, pusilánime y gris. Contra lo que siempre luché en mis años febriles. ¿Será eso? ¿Será la amenaza de esa existencia superficial y rutinaria? O será que ese poema inmenso reclama su nacimiento. Serán dolores de parto o convulsiones finales de la inspiración. Qué será.

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Será esto, Duque, si viene de ti :heart:!
Gracias por compartir estas letras tan de ti :hugs: :heart:!!

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