¿Te has puesto a reflexionar
sobre cuán fugaz transcurre el tiempo?
Hace apenas diez años,
eras un novato en algo,
iniciando un curso,
culminando el colegio,
viviendo de una manera distinta.
Hoy, en tu juventud,
todo es completamente diferente.
Y en los próximos treinta años,
en un abrir y cerrar de ojos,
estarás en la cúspide de tu adultez,
con algunos recuerdos perdidos,
algunos aún presentes,
y otros ausentes.
El tiempo se escapa rápidamente;
los días y las horas se deslizan.
¿Cuánto valoramos lo que hemos logrado?
Nos quedamos estancados en trivialidades,
en asuntos que nos hacen sentir inferiores,
siendo la idealización de lo que nuestros pensamientos
crean como real.
A veces, olvidamos que el avance es constante,
que el tiempo, aunque veloz,
nos brinda la oportunidad de reinventarnos,
de abrazar el presente y lo que hemos construido.