{<Lírico>}
Le subí el volumen a la canción
que te compuse, y en cada nota
musical se descompuso mi imaginación,
después apagué la luz de la lámpara rota.
Estoy pensando en ti ya hace rato
y no puedo escribir sin abrazarte.
No es un verso, es un triste garabato
el que mi puño pinta con excéntrico arte.
También hace rato caí en los brazos
de mi amante y mientras lo besaba
procedió mi existencia en pedazos,
me desnudé ante sus ojos y le dije, “acaba”
También se desnudó sin decir palabra,
tomó mi mano y mi forzó a la caricia.
En realidad me pareció una delicia
su lengua mojada de apariencia macabra.
Pero no era él, eras tú, sí, eras tú, hermoso
Ángel de piel oscura y de verbo tramposo.
Por eso seguí con mi labor, sin detenerme,
y me entregué en la contienda, inerme.
Esto lo confieso en la penumbra.
¿Sabes que nadie se acostumbra
a tener sexo sin sentir algo amor?
¡Yo por lo menos lo hago con humor!
Ahora continuaré con mi triste narrativa,
debo desahogarme, no tengo alternativa.
Y sigue sonando tu nombre en la balada
mientras mojo con lamentos la almohada.
¡Y es que está justificado ahogarme en lloros!
Abrir tu alma, cerrar tus ojos, y palpar tu piel,
sería como sumergirme en un mar de miel,
sería como arrancarle al cielo sus tesoros.
Pero, oh malditos sueños, no eras tú
a quien penetraba frenético en el acto,
a quien mordía en el cuello sin tacto,
a quien le dejaba en el vientre un tutú
de mis labios, no eras tú en el pacto.
No eras tú, no era tu voz suplicando,
no eras tú, tan viril, a mi ser salpicando,
no era yo en su cama, no era él en mi boca.
Éramos tú y yo, ¡El amor no se equivoca!
¡Ya terminé!, le expresé muy ingrato,
me pidió una sonrisa y le di un revés.
El deseo se sacia con algo barato.
-Lamento que el sexo parezca un Marqués-
Terminé de narrar y otra vez te gestas
en mis pensamientos, y me restas
otro grandioso momento, sin tus besos,
sin probar tu cuerpo, sin vivir tus excesos.
Jorge Martínez C.
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