Un piano,
la mezcla cabizbaja
entre el humo y bandoneón,
las esencias delirantes
de perfumes y de alcohol,
arrabales de sueños
cobijan las heridas
y destilan
…
aromas en la noche
En la mesa de un bar,
un cenicero lleno de esperas
y un vaso embriagado de tristeza,
desespera…
la penúltima copa
que aún queda por privar
…
y la noche profunda
y la noche sin alma,
yace muerta en un portal
Ya no quedan razones
para intentar quedarse,
ya no quedan guaridas
en donde refugiarse
Solo el asfalto gris,
la farola titilante de la esquina,
le indican el camino
tortuoso y con espinas
Me encantan los poemas cotidianos. Es como estar frente a una obra de arte y admirarla, dejándose llevar…Muy bien, poeta.
“Un piano,
la mezcla cabizbaja
entre el humo y bandoneón,
las esencias delirantes
de perfumes y de alcohol,
arrabales de sueños
cobijan las heridas
y destilan
…
aromas en la noche”
Muchísimas gracias @Sinmi, en tu comentario has clavado la esencia misma del poema tal y como lo he sentido al escribirlo
La tristeza en su máxima expresión
Un fuerte abrazo amiga